Crisis y recortes también minan la salud
por Daniel Font y A. P. Cañedo
Sábado, 12 de Enero de 2013 13:31
¿Sabía que si es usted desempleado tiene entre tres y siete veces
más riesgo de padecer problemas mentales? ¿Y que las desigualdades
socioeconómicas restan años de vida? Son algunas de las relaciones entre
crisis y salud, que no siempre son evidentes y que, a veces, pueden ser
contradictorias.
Son algunas de las relaciones entre crisis y salud, que no
siempre son evidentes y que, a veces, pueden ser contradictorias. Por
ejemplo, está demostrado que en épocas de crisis descienden los
accidentes de tráfico: cuanto más desempleo, menos personas cogen el
coche para ir a trabajar (y eso sin contar el precio de la gasolina).
Además, el aumento de horas de sueño de los desempleados tiene efectos
positivos sobre su salud.
Sin embargo, la crisis tiene otros efectos menos halagüeños: existe una fuerte correlación entre desempleo, nivel de ingresos y salud.
Y no es precisamente buena. Carles Muntaner, catedrático de Enfermería,
Salud Publica y Psiquiatría de la Universidad de Toronto (Cánada),
comenta que “hay estudios que relacionan las altas tasas de desempleo
con un aumento de la depresión, el alcoholismo y el suicidio”. De hecho,
se ha llegado a cuantificar que un incremento del 1% en la tasa de paro se traduce en un incremento del 0,8%
en la tasa de suicidios entre los menores de 65 años. Martin McKee,
director del Observatorio Europeo de Políticas y Sistemas Sanitarios,
afirmaba en la inauguración de las VI Jornadas de Salud Pública: crisis y calidad de vida
que, tras años de disminución, desde 2008 el número de suicidios se ha
incrementado en toda Europa. “La excepción es uno de los países que
evitó las políticas de actualidad: Austria”, añadía.
Los datos sobre crisis económica y salud mental en España sólo llegan hasta 2010, y lo mismo sucede en cuanto al consumo de antidepresivos que, según el Instituto Nacional de Estadística, subió un 30,5% entre 2005 y 2010.
El de benzodiacepinas, un ansiolítico y sedante usado principalmente
para el insomnio, aumentó un 12,9%. “Crece la percepción de desamparo
social y hay más consultas por ansiedad y depresión”, comenta Jordi
Reviriego, médico de familia y psicoterapeuta. “Muchas personas
necesitarían soporte psicológico, pero los recortes han agravado la ya
deficiente atención psicológica en el sistema público de salud, dejando
sólo el tratamiento con fármacos, por lo que la psicoterapia es
fundamentalmente privada. Quién más lo necesita, frecuentemente no se lo
puede pagar”, continúa.
En concreto, España cuenta con 4,3 psicólogos por cada 100.000
habitantes frente a los 18 de la media europea, según el Colegio Oficial
de Psicólogos. “La industria farmacéutica ha sabido aprovechar
este escenario y se trata con fármacos a pacientes que sólo necesitan
ayuda psicológica o mejorar su situación social y económica”
concluye Reviriego. Asociaciones solidarias como la Confederación
Española de Agrupaciones de Familiares y Personas con Enfermedad Mental
(FEAFES) atienden a personas que no pueden costearse las terapias. Su
presidente, José Mª Sánchez Monge, recalca que “la farmacopea es
importante, pero hay que completar el tratamiento con la atención
comunitaria y establecer la terapia más adecuada y personalizada para
cada persona. Hay enfermos crónicos en situación muy peligrosa porque no reciben la atención adecuada, como inmigrantes, sin techo o presos que
sufren alguna enfermedad mental”. Monge recalca que su labor es cada
vez más difícil por la falta de recursos de las administraciones
públicas. “Algunas entidades de la Confederación han cerrado y otras
instituciones, como Cruz Roja, se han hecho cargo de las personas que
atendían”.
Más enfermedades infecciosas
La crisis –y los recortes– también tienen efectos sobre las
enfermedades infecciosas. Así, en Grecia han aparecido nuevos brotes de
malaria, una enfermedad extinguida en Europa y de la que no se
registraban casos en el país heleno desde 1974. Investigadores del
Centro de Control y Prevención de Enfermedades griego alertaban
además del incremento de infecciones de VIH entre drogodepedientes y de
la aparición, por primera vez en el país, del virus del Nilo occidental
(262 casos entre 2010 y 2011).
Los investigadores recordaban que en épocas de crisis, la extensión de enfermedades infecciosas podía verse favorecida por las peores condiciones
desde “desempleados, personas sin hogar o con pocos recursos y
poblaciones migrantes”. También por “la dificultad del acceso al
tratamiento y la caída de calidad del sistema público de salud”, todo lo
cual les llevaba a afirmar que, en lo que a enfermedades infecciosas se
refiere, las perspectivas de salud y prosperidad de la población griega
son “desafortunadamente, no muy buenas”.
De hecho, la Organización Mundial de la Salud clasificaba en un reciente informe
las respuestas de los países a la crisis como buenas, malas o
terribles. Entre las dos últimas se contaban las medidas para reducir la
cobertura sanitaria y la introducción de sistemas de copago, dado que
fomentan las desigualdades de acceso sanitario.
Políticas sociales: la mejor medicina
Los médicos de atención primaria como Mª José Fernández lo tienen
claro: “La mejor manera de tratar los problemas mentales es no desmontar
el Estado del bienestar y crear sistemas de apoyo a las personas más
vulnerables y afectadas por la crisis”. Fernández, que forma parte del Fòrum Català d’Atenció Primària
(FOCAP), afirma que “la pertenencia a redes sociales de apoyo como la
Plataforma de Afectados por la Hipoteca cura más que nosotros y, por
supuesto, que los fármacos”.
La mayoría de los estudios afirman que el grado de protección social
de un país es extremadamente importante para hacer frente a los
problemas sanitarios provocados por la crisis. “Experiencias pasadas han
demostrado que países con un buen desarrollo del Estado del bienestar y
un buen sistema de protección social son más capaces de evitar los
suicidios”, afirma Martin McKee. Y, en general, las peores consecuencias
de la crisis sobre la salud. “Las más importantes son las políticas
para activar el mercado laboral”, apostilla en el vídeo de inauguración de las jornadas sobre crisis y calidad de vida organizadas por la Escuela Andaluza de Salud Pública .
Por eso, los recortes sanitarios son en general mal recibidos por los
profesionales del sector: “Una cosa es aprovechar para hacer reformas
necesarias y otra, desmantelar un sistema efectivo, con altos índices de
satisfacción, muy barato, de los más baratos de la UE-15, y con unos
resultados muy buenos. No hay que olvidar que estamos a la cabeza de los
principales indicadores de salud, como la tasa de mortalidad infantil,
neonatal y maternal o la esperanza de vida”, afirma Carlos Artuondo,
psiquiatra experto en salud pública y director de la Escuela Andaluza de
Salud Pública. Artuondo apunta que no hay evidencia de que los sistemas
privados sean más efectivos que los públicos, más bien al contrario.
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