Publicado por Miguel Jara el 1 de junio de 2011
Como les contaba hace unos días durante los últimos meses está produciéndose un cambio importante con respecto a las conocidas como enfermedades ambientales (fibromialgia, Síndrome de Fatiga Crónica (SFC), Sensibilidad Química Múltiple (SQM) o Hipersensibilidad a los Campos Electromagnéticos, EHS). Les decía que junio también va a ser un mes clave para el reconocimiento de las mismas, no obstante se celebrará el V Congreso de Medicina Ambiental en Madrid con los mayores especialistas del mundo en dicho ámbito, y seguimos acumulando buenas noticias. Ayer los dos diarios en castellano más leídos dedicaban sus páginas al fenómeno. Por un lado El País, que entrevistaba a la doctora Pilar Muñoz-Calero, presidenta de la Fundación Alborada, y por otro El Mundo que publicaba que la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce que los teléfonos móviles pueden provocar algunos tipos de cáncer.
No sólo lo hace la OMS, el Consejo de Europa acaba de pedir a sus 47 estados miembros que tomen “todas las medidas razonables” para reducir la exposición a los campos electromagnéticos, en particular a las radiofrecuencias emitidas por los teléfonos móviles y “muy en particular” a las que pueden afectar a niños y jóvenes.
Y es que está calando el mensaje en los medios de comunicación. Un ejemplo más, la escritora Rosa Montero publicaba un artículo titulado P0r qué la mantequilla ya no se pone rancia en el que expone el sufrimiento de las personas que enferman por este tipo de patologías. Cita además la campaña llevada a cabo en las últimas semanas por algunas asociaciones de víctimas para que la OMS reconozca la SQM y la EHS oficialmente, cosa que ahora no ocurre.
Las instituciones, como vemos, están tomando cartas en el asunto, aunque de momento sea de manera tímida para la gravedad del asunto. Un ejemplo más es que todos los grupos del Parlamento Vasco han consensuado presentar una enmienda a la Proposición no de Ley formulada por IU-Ezker Batua Berdeak relativa al “reconocimiento de las enfermedades de sensibilización central”. Gracias a dicha enmienda el Parlamento vasco insta al Gobierno vasco a coordinar con el resto de Comunidades Autónomas, la Administración general del Estado y otros Estados de la Unión Europea la asignación de un código específico para las enfermedades SQM y EHS, en el CIE9 -la Clasificación de Enfermedades- que posibilite la actuación conjunta de la Unión Europea para facilitar tanto la investigación en este problema emergente de salud pública, como su categorización entre las enfermedades laborales. También se ha acordado establecer la coordinación institucional necesaria para resolver las necesidades sociolaborales y jurídicas de estos colectivos. Asun Matarranz, de IU-Ezker Batua Brdeak, me comentaba esta mañana que la enmienda es el resultado de una negociación, siempre a la baja, con el Gobierno y otros grupos que han presentado enmienda. “Nos fijamos el objetivo de conseguir el reconocimiento, que se visualizase, por primera vez en la CAV”, me decía.
Está llegando la hora de los enfermos ambientales que somos todos todos; los ya enfermos, los que están en camino y los que pueden enfermar por vivir en una sociedad muy contaminada.
Como les contaba hace unos días durante los últimos meses está produciéndose un cambio importante con respecto a las conocidas como enfermedades ambientales (fibromialgia, Síndrome de Fatiga Crónica (SFC), Sensibilidad Química Múltiple (SQM) o Hipersensibilidad a los Campos Electromagnéticos, EHS). Les decía que junio también va a ser un mes clave para el reconocimiento de las mismas, no obstante se celebrará el V Congreso de Medicina Ambiental en Madrid con los mayores especialistas del mundo en dicho ámbito, y seguimos acumulando buenas noticias. Ayer los dos diarios en castellano más leídos dedicaban sus páginas al fenómeno. Por un lado El País, que entrevistaba a la doctora Pilar Muñoz-Calero, presidenta de la Fundación Alborada, y por otro El Mundo que publicaba que la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce que los teléfonos móviles pueden provocar algunos tipos de cáncer.
No sólo lo hace la OMS, el Consejo de Europa acaba de pedir a sus 47 estados miembros que tomen “todas las medidas razonables” para reducir la exposición a los campos electromagnéticos, en particular a las radiofrecuencias emitidas por los teléfonos móviles y “muy en particular” a las que pueden afectar a niños y jóvenes.
Y es que está calando el mensaje en los medios de comunicación. Un ejemplo más, la escritora Rosa Montero publicaba un artículo titulado P0r qué la mantequilla ya no se pone rancia en el que expone el sufrimiento de las personas que enferman por este tipo de patologías. Cita además la campaña llevada a cabo en las últimas semanas por algunas asociaciones de víctimas para que la OMS reconozca la SQM y la EHS oficialmente, cosa que ahora no ocurre.
Las instituciones, como vemos, están tomando cartas en el asunto, aunque de momento sea de manera tímida para la gravedad del asunto. Un ejemplo más es que todos los grupos del Parlamento Vasco han consensuado presentar una enmienda a la Proposición no de Ley formulada por IU-Ezker Batua Berdeak relativa al “reconocimiento de las enfermedades de sensibilización central”. Gracias a dicha enmienda el Parlamento vasco insta al Gobierno vasco a coordinar con el resto de Comunidades Autónomas, la Administración general del Estado y otros Estados de la Unión Europea la asignación de un código específico para las enfermedades SQM y EHS, en el CIE9 -la Clasificación de Enfermedades- que posibilite la actuación conjunta de la Unión Europea para facilitar tanto la investigación en este problema emergente de salud pública, como su categorización entre las enfermedades laborales. También se ha acordado establecer la coordinación institucional necesaria para resolver las necesidades sociolaborales y jurídicas de estos colectivos. Asun Matarranz, de IU-Ezker Batua Brdeak, me comentaba esta mañana que la enmienda es el resultado de una negociación, siempre a la baja, con el Gobierno y otros grupos que han presentado enmienda. “Nos fijamos el objetivo de conseguir el reconocimiento, que se visualizase, por primera vez en la CAV”, me decía.
Está llegando la hora de los enfermos ambientales que somos todos todos; los ya enfermos, los que están en camino y los que pueden enfermar por vivir en una sociedad muy contaminada.
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