La traducción de “Sonríe o muere”, de la periodista estadounidense Barbara Ehrenreich, ya está en las librerías. La autora de “Por cuatro duros” da un paso más allá con esta obra, en la que se centra en desenmascarar cómo la “ideología del pensamiento positivo” potencia el individualismo, mata "cualquier noción de solidaridad" y resulta paralizante.
Tras superar un cáncer de mama y asistir, horrorizada, al negocio en torno a lazos y ositos rosas, y oír frases tan estúpidas e indignantes como “me alegro de haber tenido cáncer, me ha hecho mejor persona”, “gracias al cáncer aprecio el sabor del café”, Ehrenreich ha publicado un ensayo en el que argumenta por qué la alternativa al pensamiento positivo no es el negativo, sino el crítico.
Pero ese pensamiento escasea no sólo en su país. Aquí hay más mala leche y menos “smiles”, pero también hemos tenido que aguantar hasta la saciedad que nos dijeran que la palabra “crisis” en chino significa “oportunidad”. La gente se ha hartado de leer páginas sobre “el secreto” de la vida, "la buena suerte" y, hace algún tiempo, aquella tontería sobre el "ladrón" de quesos... Y nada.
¿Qué hace falta para reaccionar?
El gobierno de Artur Mas recorta en Sanidad y Educación, al tiempo que se carga el impuesto de sucesiones. Esta mañana, Europa Press publicaba una nota en la que el conseller de Economía anunciaba -con la alevosía que supone hacerlo en plenas vacaciones de Semana Santa- que rebajará el IRPF a las rentas más altas, aquellas que superen los 120.000 euros anuales. Horas después, se desdecía... parcialmente. No lo hará por ahora, pero sí antes de que acabe la legislatura. Quizá le ha dado miedo acumular más respuestas que el twitter de David Bisbal o el de los eurodiputados que no saben viajar en turista.
En cualquier caso, lo que subyace en las medidas adoptadas por CiU no es otra cosa que ese pensamiento neoliberal que considera que quien no gana 120.000 euros anuales es incompetente. O, como sentencian los predicadores del pensamiento positivo, alguien que no ha sabido sonreír y ver la oportunidad que le daban de "reinventarse" el día en que le jodieron la vida dejándole sin trabajo, sin casa o sin servicio de quirófano por las tardes.
A continuación, un extracto de la entrevista a Ehrenreich, hoy en Público:
¿Qué le llevó a escribir "Sonríe o muere"?Fue en el año 2005. Cuando me di cuenta de que los parados estaban siendo alimentados con la misma ideología que había escuchado como enferma de cáncer: que todo iba a iba a ir bien sólo con pensar en ello positivamente.
¿Cómo se infiltró esta idea en las corporaciones?Ha ido ganando terreno durante décadas. Primero como ideología de los vendedores de toda la vida. Luego, de los ochenta en adelante, como el corazón ideológico de la cultura corporativa, comienzo de la edad de oro de la reducción de personal, cuando los directivos necesitaban encontrar el modo de manejar la ansiedad y la desesperación de los trabajadores de cuello blanco. Los empresarios comenzaron a contratar a oradores motivacionales y a distribuir libros de pensamiento positivo como "Who moved my cheese?" (2000) [¿Quién se ha llevado mi queso?, superventas que aconsejaba enfrentarse al despido sin quejas]. Las corporaciones ya no podían garantizar la estabilidad laboral, pero sí ofrecer a sus empleados maneras de ser más "positivos" y estar más motivados, incluso aunque estuvieran cayendo en la espiral de la pobreza.
¿Qué relación tuvo este pensamiento con la crisis de las hipotecas basura?Muchas personas que nunca habían podido acceder a un crédito antes empezaron a recibir ofertas de hipotecas de fácil acceso la pasada década. Concedidas sin fijarse en los ingresos fijos del solicitante y sin pedir entrada alguna. Los gurús del pensamiento positivo y los predicadores evangélicos alentaron a aceptar esas hipotecas, porque si eras "positivo", ¿qué podía ir mal? Al mismo tiempo, la industria financiera quedó atrapada en la obsesión maníaca del pensamiento positivo. La idea era que los precios de las casas sólo podían subir y subir. Y que la gente no dejaría de pagar sus hipotecas porque la economía sólo podía ir a mejor. Los ejecutivos que mostraron sus dudas fueron silenciados o despedidos.
(En España, Clara Valverde, presidenta de la Liga del Síndrome de Fatiga Crónica (SFC), lleva semanas recomendando el libro de Ehrenreich. Gracias por tu pensamiento crítico, Clara).
Publicado por magda Abril 17, 2011 11:54 PM
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