jueves, 27 de febrero de 2020

ASPECTOS INVISIBLES DE LA SALUD LABORAL DE LAS MUJERES
Zaragoza a 31 de mayo de 2018
Hola, buenas tardes a todas. El objeto de esta charla es que nos acerquemos un poco a una realidad cotidiana de las mujeres en el ámbito laboral que no suele ser ni objeto de estudio ni siquiera de acercamiento y que mucho menos se difunde. Demasiadas veces cuando se abordan temas de salud laboral referidos a determinados colectivos discriminados como lo son las mujeres, se realiza desde una óptica excesivamente técnica y poco cercana a las afectadas. Mi deseo es que podáis visualizar de una forma clara y práctica, algunos aspectos de la salud laboral de las mujeres que son invisibles porque interesa a la conjunción capital- patriarcado que estén invisibilizados.
Cuándo estaba preparando esta charla, he recordado a mi abuela materna de nombre Victoriana. En ella se compendia en parte lo que ha sido la historia de los últimos 80 años de la mujer trabajadora manual, considerada como poco cualificada profesionalmente.

 A los 14 años tuvo que emigrar de su pueblo en la frontera con Soria a Barcelona, para servir como empleada de hogar, chacha se le decía entonces, a una acaudalada familia catalana. Allí tuvo la oportunidad de estar presente cuando la proclamación de la II República. Siempre recordaré cómo siendo todavía un niño, me contaba que el día de la caída de la monarquía, salieron las jóvenes empleadas domésticas junto con los reclutas del ejército a manifestarse por Barcelona, no solo como expresión de alegría por la caída de un régimen político, sino sobre todo    como anhelo de liberarse  de  un trabajo esclavo en las casas señoriales de la burguesía. Muchas de aquellas muchachas no solo eran explotadas de una manera brutal sino que los abusos sexuales estaban a la orden del día. Eduardo Mendoza describía en su novela “La Ciudad de los Prodigios” como se comerciaba sexualmente con chicas de 14 o 15 años. Aquella esperanza de emancipación fue arrebatada pocos años después por la criminal sublevación militar de un ejército al mando del general Franco.

Mi abuela salió de ese mundo de esclavitud como empleada doméstica, pero como tantas otras mujeres de esa época sufrió 40 años de dictadura, en las que tuvo que trabajar en empleos que no cotizaban a la seguridad social y sin ninguna medida preventiva. En su caso concreto, trabajó en lo que se conocía como una Trapería, industria textil muy rudimentaria, en donde la humedad constante y el contacto permanente con el agua le generaron afecciones reumáticas. El uso de tintes acabó afectándole a la tiroides y le produjo lo que popularmente se conoce como bocio. Al mismo tiempo tuvo que criar a 5 hijas, a dos de sus nietos por fallecimiento de su madre, y realizar las tareas de casa. Llegó muy deteriorada, mental y físicamente a su última etapa de la vida. Murió ahora hace 29 años. Perteneció a una generación a la que le arrebataron la posibilidad de tener una vida digna en su doble condición de trabajadora y mujer.
Otra influencia directa de mi percepción sobre las mujeres en el mundo laboral fueron sus hijas, mis tías, que se dedicaban en casa a guarnecer los  zapatos que luego entregaban en la fábrica. Un trabajo a destajo, a  tanto la pieza ,mal pagado y no declarado, pero que constituía una realidad en muchos hogares de trabajadoras en Zaragoza y otras ciudades , que se mantuvo hasta los primeros años 80.Una de ellas ,harta de las condiciones de esa actividad, emigró a Mallorca para trabajar como camarera de hotel, ocupación que en los últimos años ha tenido resonancia mediática por las llamadas Kellys que se han organizado para reclamar sus derechos laborales y especialmente la exigencia de que su labor deje de tener consecuencias tan negativas para la salud.
Conversando el año pasado con esta familiar llegamos a la conclusión que  sus condiciones laborales, que estaban lejos de ser buenas, objetivamenteeran mejores hace 40 años que las que tienen las actuales camareras de piso.
Posteriormente cuando yo me incorpore a la actividad laboral, una de las ocupaciones que realice fue la de peón especialista en limpieza. Allí compartí algún tiempo con muchas trabajadoras que tenían un régimen de trabajo peor que el de los hombres, dado que percibían menos dinero y además realizaban tareas todavía más peligrosas que la de sus compañeros en muchos casos, ya que se encontraban expuestas a riesgos biológicos y a las sustancias químicas que manejaban. Como decía, mi categoría era de peón especialista, que era una forma de camuflar que como hombre cobrará un poco más que dinero que  las mujeres, dado que a ellas se les asignaba la categoría de Limpiadora. Allí descubrí la penosidad de ese trabajo y también la invisibilidad de aquellas que lo realizan. Unos
años después, una película de Ken Loach “Pan y Rosas” explicaba muy bien, que cuando te pones el uniforme de limpiadora te conviertes en un ser absolutamente invisible.
He traído a colación estos ejemplos porque aunque aparentemente la legalidad y las normas han mejorado las condiciones de trabajo de las mujeres, muchos colectivos femeninos siguen padeciendo unas situaciones absolutamente indignas y constitutivas de esclavismo laboral, que además deteriora significativamente su salud. Por eso he pensado centrar la charla en 4 tipos de ocupaciones dónde en su práctica totalidad o inmensa mayoría esta desempeñado por mujeres. Serían las cajeras de supermercado, las empleadas de hogar, las limpiadoras y las peluqueras. Podríamos haber también elegido a las camareras, a las carteras, a las celadoras y a las trabajadoras de la asistencia domiciliaria
entre otras muchas profesiones. El motivo de la elección no es otro que ese tipo de actividades reúne los riesgos más extendidos entre las trabajadoras manuales y a su vez más graves: Las lesiones osteoarticulares y las afecciones derivadas por la exposición a productos químicos.
Estos padecimientos generalmente nunca suelen ser contemplados ni reconocidos como contingencia profesional, es decir como accidente laboral o enfermedad profesional. Este hecho es significativo en tanto en cuanto la perspectiva de género, ya que se declara más fácilmente como enfermedad profesional la lesión del túnel carpiano de un tornero que la de una limpiadora.
También es justo señalar que la concepción de las lesiones tiene también un claro componente clasista, porque por ejemplo la epicondilitis se la conoce como codo de tenista, cuando es mucho más
frecuente que se de en camareras, limpiadoras o torneras que en deportistas. Muchas de vosotras recordaréis la reunión que mantuvo Mariano Rajoy hace relativamente poco con las mencionadas kellys, camareras de habitación de hotel, a las que prometió el reconocimiento como enfermedad profesional de dicha patología.
Es prácticamente imposible que ninguna mujer llegue a cumplir la edad ordinaria de jubilación de 65, ahora 66 años, dedicándose a las citadas actividades. Si alguna lo logra, llevará en la mochila una enfermedad latente que de una u otra forma se manifestará.
Cajeras de Supermercado
En el caso por ejemplo de las cajeras de supermercados poca gente sabe que de normal movilizan diariamente 180 kilogramos de peso. Es decir, que en una jornada laboral realizan múltiples esfuerzos repetitivos y en situación postural inadecuada para la movilización de cargas. A partir de la franja de edad de los 40 años prácticamente todas presentaran lesiones tendinosas del túnel carpiano y diferentes afecciones en la columna vertebral. En las visitas que he podido realizar a distintos centros
comerciales de Zaragoza ,no he encontrado ninguna trabajadora que estuviera en la franja de edad de los 64 a 65 años .Esto tiene una consecuencia claramente penalizadora a la hora de la jubilación, dado que su anticipación conlleva una importante minoración económica de la pensión a percibir .
A Las que se les reconoce una pensión por incapacidad permanente en la práctica totalidad será como derivada de contingencia común y por tanto quedara oculta el verdadero origen laboral de la patología.

Trabajadoras de la limpieza
Las limpiadoras se ven sometidas a riesgos graves por el uso de los productos químicos de limpieza, por manipulación de cargas y movimientos repetitivos, así como a un intenso estrés por la carga de trabajo, los desplazamientos entre los diversos centros de trabajo que tienen que cubrir así como su accidentalidad no registrada. Este sector ocupacional destaca también por el elevadísimo número trabajadoras afectadas por patologías como la fibromialgia -fatiga crónica y el síndrome de Sensibilidad Química Múltiple. Las autoridades sanitarias no han querido realizar un estudio epidemiológico de dicha casuística porcentual.
Teniendo en consideración que se estima la existencia de 900.000 mujeres en España afectadas por estas patologías y que su perfil medio es una mujer de 51 años de baja cualificación profesional del sector servicios, que padece una hipersensibilidad a los compuestos químicos de los productos de limpieza, hace tiempo que se debería haber iniciado una investigación oficial multidisciplinar (autoridades sanitarias y laborales) para determinar un posible origen profesional como factor desencadenante de dichas enfermedades. No percibo que exista ningún interés institucional
por dar respuesta a este grave problema de salud de las mujeres trabajadoras. No solo no se está reconociendo en la vía administrativa las incapacidades laborales que se producen, teniendo que ir a los Juzgados de lo Social para reclamar el reconocimiento de las mismas ,sino que mucho menos se están adaptando los puestos de trabajo a las condiciones psicofísicas de las personas afectadas.
Es muy preocupante también las horas de trabajo que no son registradas legamente. Es muy habitual que se contrate a una trabajadora por 2 horas diarias y en realidad realice hasta 8 horas de jornada, lo que además de constituir un fraude que perjudica a la trabajadora a la hora de percibir sus prestaciones sociales (Incapacidad temporal, jubilación) pone en serio peligro su salud, porque en ese tiempo de trabajo fuera de la jornada legal, no están evaluados los riesgos laborales que se pueden presentar. Ningún accidente de trabajo o enfermedad profesional que se produzca fuera del horario que figura en su contrato tendrá la consideración de contingencia profesional.

Empleadas de Hogar
Las empleadas de hogar son el colectivo más numeroso de entre las trabajadoras de España. Se estima que son en torno a 500.000 mujeres las que realizan esta actividad. Un porcentaje muy alto tiene un origen foráneo. Entre un 30 y un 50% de las mismas se situaría en la economía sumergida. En 2012 se integraron en el régimen general de la Seguridad Social, aunque mantuvieron una singularidad llamada sistema especial.
Éste consiste en que no tienen derecho al desempleo y por otra parte están excluidas de la aplicación de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales. Siendo ésta una de las pocas leyes que abarca a toda clase de trabajadores independientemente de que tengan una relación administrativa, estatutaria o laboral con su empleador, sea éste privado o público, no deja de llamar la atención que el legislador excluyera expresamente de su cobertura a más de medio millón de mujeres.
Además de verse afectadas por la exposición a los riesgos químicos de las limpiadoras, al igual que éstas sufrirán con el tiempo episodios de epicondilitis y algunas desarrollarán el síndrome del túnel carpiano. El acoso sexual y la nula consideración de los factores psicosociales conducen a estas trabajadoras a un considerable desarrollo de patologías mentales.
Las enfermedades de las peluqueras
Muchas profesionales de ese gremio no son conscientes de los riesgos que supone su trabajo día a día. Más allá de cortes, quemaduras, caídas, el ejercicio de la peluquería puede provocar problemas de salud que les que puede suponer un daño para toda la vida, e incluso forzarle a abandonar su trabajo. Estas enfermedades laborales aparecen por una exposición continuada a ciertos productos, convirtiéndose en crónicas. La prevención contra estas enfermedades suele ser mínima si no nula, ya que existe mucho desconocimiento alrededor de ellas y sus causas, porque no ha existido voluntad por los organismos públicos de corregir ese grave déficit en materia de salud laboral
Productos peligrosos:
Muchos productos de uso habitual en peluquería contienen sustancias que, si bien en pequeñas cantidades no suelen tener excesivo peligro, en grandes cantidades pueden ser tóxicas para la salud. Este es un problema para las profesionales de la peluquería, que pasan muchos años de su vida
un mínimo de ocho horas diarias en contacto con ellas, por lo que pueden
acabar afectando a su organismo. Algunos de los más comunes son:
Tintes: además de los conocidos PPD, muy controlados por los organismos
oficiales, también incluyen anilina y amoníaco. La intoxicación por anilina
afecta al sistema nervioso y al genito-urinario, siendo una causa muy
común del cáncer de vejiga que ha convertido a las peluqueras en el
sector con mayor riesgo de padecerlo. Por su parte, el amoníaco es una
sustancia altamente irritante y alérgena.
Decolorantes: Para disolver el color natural del pelo en preparación a
aplicarle otro, se formulan con peróxido de hidrógeno y sales de
persulfato (en especial amónico y sódico) para acelerar la reacción, lo que
genera un efecto irritante tanto en la piel como en las vías respiratorias.
Asma que se puede manifestar hasta 20 años después.
Permanentes: el líquido utilizado para dar forma al cabello suele contener
tioglicolato de glicerina, que se ha demostrado que produce urticaria y
otras alergias por contacto.
Lacas: son una combinación de resinas, perfumes, propelentes y
polivinolpirrolidona, cuya inhalación de manera continuada provoca
problemas en las vías respiratorias como asma crónico.
Todas estas sustancias peligrosas se acumulan en el organismo tras un uso
continuado y exhaustivo, lo que acaba generando trastornos en la salud
de la peluquera.
Dermatitis de contacto en peluquería
Ya sea alérgica o irritativa, la dermatitis es una de las enfermedades
ocupacionales más extendida en el sector de la peluquería,
manifestándose en distintos niveles en hasta un 20% de los profesionales.
La aparición de esta enfermedad genera continuos picores, erupciones e
incluso ampollas cuando la piel entra en contacto con el agente irritante,
por lo que suele presentarse en las manos. La única prevención consiste
en evitar el contacto, normalmente utilizando guantes plásticos que
actúen de barrera entre la piel y el producto, además de una buena
hidratación que mantenga las defensas naturales de la piel en perfecto
estado.
Enfermedades respiratorias
Las manifestaciones más comunes de problemas en las vías respiratorias
son el asma y la rinitis, provocados por la continua inhalación de vapores
tóxicos, especialmente el referido persulfato. La hipersensibilidad de las
mucosas y la hiperreactividad bronquial causan dificultades al respirar y
obstrucciones del flujo aéreo. La irritación puede ser inmediata y
transitoria o derivar en un trastorno crónico.
Otras enfermedades que afectan a las peluqueras:
Además de las alergias y trastornos irritativos provocados por los
productos químicos, pueden surgir otros problemas crónicos durante el
ejercicio de la profesión de la peluquería. Por ejemplo, una de las más
extendidas es el Síndrome del Túnel Carpiano, que aparece por el
movimiento repetitivo de la mano y la muñeca ejerciendo presión sobre
un instrumento como las tijeras. Asimismo, pueden aparecer sobrecargas
musculares y problemas circulatorios como varices por forzar la postura
de pie durante muchas horas.

José Luis Berné
ASESOR DE SALUD LABORAL DE CGT ARAGON Y LA RIOJA


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