Pensamiento crítico
Vicenç Navarro
Lo que usted, lector, no ha leído sobre Volkswagen
Vicenç Navarro
Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y ex Catedrático de Economía. Universidad de Barcelona
Seguro que usted, lector, ha leído que la compañía Volkswagen fue, en
el año 2015, la que vendió más automóviles en el mundo, más incluso que
General Motors y Toyota. Seguro que también ha leído que la palabra
Volkswagen quiere decir “el coche del pueblo”, como se le llamó durante
la época nazi. Ahora bien, es probable que no haya leído que esta
empresa alemana fue uno de los pilares de la manufactura alemana durante
el gobierno nazi, basada, en parte, en trabajadores esclavos
procedentes de los campos de concentración nazis. Fue en aquel periodo
cuando se creó el coche “beetle” (o escarabajo), que cuando se produjo
de nuevo en los años cincuenta y sesenta, se hizo famoso por su diseño y
por su accesibilidad. Aunque se lo continuó presentando como “el coche
del pueblo”, en realidad su mayor consumo fue el realizado por las
clases medias, que ya se iniciaban en la cultura del consumo, al ser un
coche cómodo, relativamente accesible, y sin lujos u ostentación. Su
éxito de ventas se presentó como un indicador del supuesto “milagro
alemán”, que ya entonces se comenzaba a perfilar como el que sería el
posible centro económico de Europa.
Pero la fama de rigor, seriedad y eficiencia que siempre se
identificó con Volkswagen, fue más consecuencia de un sobredimensionado
departamento de marketing y relaciones públicas que no de la existencia
de una excepcionalidad que, en realidad, no existía ni existió. A decir
verdad, esta y otras grandes empresas automovilísticas nunca se
caracterizaron por su sentido de la responsabilidad, oponiéndose, desde
el principio, a que existieran instituciones públicas que las regularan a
fin de proteger a los ciudadanos que compraran y utilizaran sus
productos. La historia de Volkswagen no fue ninguna excepción. En
realidad, no es la primera vez que a Volkswagen se le han descubierto
prácticas en las que intentaba saltarse las regulaciones. Ya en 1973
ocurrió otro caso, situación que, por cierto, es bastante común en la
industria automovilística. Otro suceso conocido es el de la General
Motors en los años noventa. Tales industrias están constantemente
intentando saltarse las regulaciones públicas que en teoría deberían
seguir, regulaciones que en muchas ocasiones ya son excesivamente laxas
debido a la exagerada influencia que la industria tiene sobre los
organismos reguladores.
En realidad, cuando en EEUU las autoridades públicas decidieron
avanzar hacia el fin del diesel por sus efectos muy nocivos para la
población expuesta a él, la industria automovilística europea –y muy en
especial la alemana- se sacó de la manga lo que llamó el “new diesel”,
que presentó erróneamente como un diesel mejorado que no contaminaba.
Hoy este “new diesel” se ha extendido por toda Europa, sin que la
toxicidad del diesel haya, en realidad, disminuido. Es casi imposible
que la compañía Volkswagen no fuera consciente de ello. Y también es
difícil creerse que la dirección de Volkswagen no conociera la
existencia del truco que se había instalado en el motor para ocultar la
gran producción de óxido de nitrógeno -NOx- (que es una sustancia
extraordinariamente dañina).
Cuando se descubrió el truco (en un laboratorio de la Universidad de
West Virginia), la compañía mintió diciendo que solo 482.000 coches
estaban afectados, cosa que tuvo que corregirse en cuestión de horas,
pues el problema era mucho mayor. La compañía reconoció que eran 11
millones, y que la producción de tal sustancia tóxica era 40 veces
superior a lo que aparecía en los tests llevados a cabo por las
autoridades reguladoras. En total, la cantidad de contaminación total de
este producto era de casi un millón de toneladas al año, que era la
cantidad que producían todas las industrias automovilísticas británicas,
junto con todos los coches, así como en todas las industrias y los
servicios de agricultura existentes en Gran Bretaña (ver “What will VW
Pay?” de Jamie Lincoln Kitman, The Nation, Sept. 19, 2015), artículo del cual extraigo gran parte de estos datos.
Ahora bien, les aseguro que ningún directivo terminará en la cárcel.
Todo lo contrario. El máximo responsable de Volkswagen, su CEO o
Presidente del Consejo de Administración, el Sr. Martin Winterkorn, ha
dimitido, con una pensión privada de 66 millones de euros. Y nunca ha
habido una sanción hacia responsables de situaciones semejantes. La
complicidad entre el poder político y mediático, por una parte, y la
industria automovilística, por la otra, explica que, además de haber una
enorme negligencia, haya un enorme silencio mediático sobre estas
prácticas que distan mucho de ser nuevas. Así de claro.
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