viernes, 10 de septiembre de 2010

Mercado de pacientes

Publicado por Miguel Jara el 8 de Septiembre de 2010
¿Cómo se crea una enfermedad partiendo de un factor de riesgo? ¿Cómo se crea la necesidad de consumir un nuevo medicamento? Un ex empleado de uno de los laboratorios farmacéuticos más grandes cuenta algunas estrategias en las que ha participado.
Al hilo de lo publicado hace unos días sobre porqué las asociaciones de enfermos son un campo de inversión interesante para la industria farmacéutica, un ex empleado del laboratorio GlaxoSmithKline me cuenta que cuando esta farmacéutica lanzó Bonviva (ibandronato), un fármaco para tratar la osteoporosis, lo primero que hizo fue contactar con distintas asociaciones de enfermos, para ofrecerles su “apoyo”.
“Fueron más allá. Nos formaron a los empleados para que hiciéramos densitometrías (prueba de huesos) en las asociaciones de enfermos (de espondilitis anquilosante, por ejemplo, una enfermedad reumática), así cómo en los centros de salud, aunque los comerciales de laboratorio no están capacitados para hacer pruebas diagnósticas. Para ello nos enviaron unos densitómetros de pacotilla, para hacer una prueba en el talón del pié. Se trataba de hacer todos los días 50-60 densitometrías y decirles a los pacientes que acudieran a su médico con el resultado. Previamente al paciente se le informaba de que existía un tratamiento ‘maravilloso’ que además era muy cómodo ‘un comprimido al mes’, para que cuando el médico decidiera iniciar un tratamiento, el paciente le dijera ‘doctor, me he enterado de que hay uno nuevo que es muy bueno y sólo se toma una vez al mes”, narra este ex trabajador.
GSK decidió que no era legal lo que se estaba haciendo y dio orden de retirarlos y suspender las sesiones pendientes. Los servicios públicos sanitarios prohibieron, con total lógica, que se hicieran estas pruebas utilizando los centros de salud públicos, pues eran pruebas hechas por personal no cualificado y con aparatos de dudosa fiabilidad.
El densitómetro era de la marca General Electric (G.E.). Existía un densitómetro para cada zona y el Jefe de zona lo hacía circular con fechas predeterminadas para cada delegado. Creo que estos aparatos estaban alquilados, se les devolvería a la empresa correspondiente que los suministró, si mal no recuerdo era la misma G.E. pues cuando había algún fallo en el aparato teníamos un teléfono de GE para llamar a los técnicos.
En una ocasión realizamos las densitometrías en las dependencias de una de estas asociaciones de enfermos. La propia asociación se encargaba de llamar a pacientes para hacerles la prueba del talón y también pusieron anuncios en prensa para darles cita. En algunos centros de salud se hicieron las densitometrías sin la autorización del Distrito Sanitario. Les vendimos la burra a los directores del centro y ellos bajo su responsabilidad nos autorizaron. Un Distrito lo prohibió expresamente por la poca fiabilidad de las pruebas y además ¿un comercial haciendo estas pruebas? Se hacían en consultas médicas o de enfermería“, prosigue con su narración.
También se emitieron en televisión unos anuncios que tenían como protagonista a Carmen Maura. Se trataba de hacer una campaña intensa para concienciar a las personas del problema de la osteoporosis (pérdidas de minerales en los huesos) y que acudieran a su médico para hacerse una revisión (si no hay pacientes, no se vende el producto). Bonviva es de administración mensual (un comprimido al mes ) mientras que los fármacos de la competencia son de ingesta semanal. Carmen Maura decía en el anuncio: hay tratamientos diarios, semanales y “mensuales”, claro, lógicamente un paciente debe de preferir tomarse una pastilla al mes que no una diaria y esa es la baza de marketing que jugaba GSK.
A los médicos se les entregó unos formularios para que los rellenaran los enfermos, con ello tenían acceso gratuito a una revista que trataba sobre la osteoporosis. En dicha revista, se introducían además de consejos para el paciente, mensajes sobre “un nuevo fármaco para la osteoporosis…”.
Bonviva se lanzó en el año 2007. Es un producto que la compañía Roche tenía en las estanterías, ya estaba registrado pero no lo comercializó, de hecho en 2011 se le acaba la patente y salen genéricos. Glaxo firmó un contrato con Roche para promocionarlo conjuntamente. Algunas de las afirmaciones que aquí se hacen las confirma la responsable de la campaña de marketing del fármaco en GSK, Sara Martino (por cierto, finalista al premio de belleza Miss España hace unos añitos). Campañas como esta son habituales para la farmacéutica y en el sector.
Más info: En los libros Traficantes de salud y La salud que viene.
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